martes, 11 de marzo de 2008

Rincón 2

Al final, lo único que importa no es tanto lo que haga yo, si me esmero o no, porque en estos temas la voluntad de acuerdo a las concepciones y exigencias bajo las cuales cada uno de nosotros toma una decisión es la que manda. Porque sí, en todas estas cosas somos nosotros quienes tomamos tal o cual decisión, y los actos, de todos aquellos que consideramos un peligro para nuestras pretenciones probablemente tengan el mismo valor para otros que lo que hagamos nosotros, ya que aunque nos duela reconocerlo, somos uno más dentro de varias posibilidades.

Al final, lo más importante de estas cosas, aunque muchos den fórmulas cuasi matématicas, es ser tal cual, y dejar atrás las corazas, aunque cueste mucho, y sobre todo, estar dispuesto a saber que enfrentarás al principio y problemente un buen tiempo más, todas aquellas cosas que estás acostumbrado a que salgan a tu camino una y otra vez. Pero hay que ser valiente, y si vale la pena, porque SI vale la pena, es tener paciencia y no ser tan pasivo, y sobre todo, de acuerdo a las luces que vayas encontrando en el camino, saber distinguir cuales son las verdes para seguir, y las rojas para detenerse, analizar y ver si es posible seguir, ya que como dije anteriormente, estas cosas son parte de la voluntad, y en casos como estos, no es precisamente nuestra voluntad la que debe tomar esa decisión, ya que su trabajo está hecho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y ya te sacaste coraza?...distingues el rojo del verde?...

Unknown dijo...

Si, la coraza está cada día mas débil, afortunadamente en el último tiempo he tenido ayudas externas para lograr eso.

Sobre la distinción del rojo con el verde, sí, creo que ya puedo distinguirlos, lo que es bueno, sin embargo, me estoy dando cuenta que al hacerlo la ilusión puede morir lentamente y llevarme poco a poco a la realidad.

Las luces rojas, sin embargo, a pesar de que su significado inmediato es la detención, durante esa detención también sirve para pensar y meditar. Y es ahí donde debemos ser capaces de decidir bien, si nos detenemos y retiramos, o si sabemos que vale la pena, esperar hasta que esa luz sea verde, obviamente dentro de márgenes razonables, de dignidad y de amor propio. Muchas veces esa luz verde no cambia nunca, pero soy un hombre de fe y espero que la mía si lo haga.